Una extraña casualidad.
Hay casualidades extrañas. Llevamos cinco o seis años sin
rueda de repuesto en la caravana. Cuando la compramos nos dieron una espuma que
le inyectas a la rueda si ha sufrido un pinchazo y con eso se supone que
aguantas hasta el taller más próximo. Un cuento que les sirve a los que te
venden la caravana para ahorrarse la rueda.
Ya pinchamos una vez en Francia, pero nunca, durante estos años, hemos llevado rueda de repuesto. Es
una temeridad pero así ha sido hasta ahora.
Por circunstancias que no vienen al caso, conseguí el miércoles una rueda
de repuesto y la recogí el míercoles en el taller de un amigo. Ese
mismo día salíamos de viaje. La rueda la recogí a las doce o la una del
mediodía y esa tarde, a las siete, tuvimos un reventón.
Cuando quedaba una hora para llegar al camping mi mujer rozó
la rueda contra un bordillo y la mordida en flanco hizo que la rueda se deshinchara de
golpe. Nuestro seguro de Mafre funcionó estupendamente. Un mecánico apareció y
puso sin problemas nuestra rueda de repuesto. No es fácil encontrar una rueda
de caravana –van reforzadas, son especiales- a las siete de la tarde un miércoles
santo.
Recojo la rueda de repuesto por la mañana y pincho por la
tarde. Cuesta entender esas casualidades. Si me lo cuentan no me creo.
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