ESTEREOTIPO FEMENINO.
José Antonio Marina explica que el descrédito que tenían las
mujeres en el tiempo del machismo –o sea toda la vida- venía de una creencia:
las mujeres no saben dominar sus sentimientos. Se dejan llevar por ellos y no
se controlan
Mi mujer es muy sensata, yo me fío de ella en casi todo, por
no decir en todo y sin embargo a finales de junio, hace unas semanas, respondió
a ese retrato de la mujer que hacían los machistas.
¿Por qué? Lo explico.
Mi hija, tres días antes de su viaje a Londres, perdió su
móvil. Una pérdida económica significativa: doscientos euros. El enfado era
mayúsculo porque esta pérdida se sumaba a otras anteriores como ya expliqué
aquí.
Mi mujer, en un ataque de ira, echó a mi hija de casa (yo no
estaba en ese momento) y luego, cuando yo llegué, dijo cosas fuera de toda
medida. Disparates, cosas que no se deben decir a nadie y menos a una hija. Lo
que le dijo a ella no lo oí, me temo que no sería menor que lo que yo escuché.
Yo también estaba enfadadísimo y dispuesto a castigarla sin
comprar móvil nuevo e incluso sin un viaje a Londres. Se perdía dinero- ya
tiene el billete-, pero se ahorraba todo el que inevitablemente se va a gastar
de más en Londres.
Al día siguiente mi mujer -mucho más tranquila- y yo
decidimos que haría el viaje. Yo era partidario de anularlo pero mi mujer
presentó un argumento incontestable. Mi hija se va con una amiga. Prohibirle el
viaje es romper un compromiso que hemos adquirido en la práctica con la otra
niña. ¿Cómo nos hubiera parecido a nosotros que la amiga fallara en el último
momento, aunque fuera una decisión de sus padres?
Con respecto al problema del teléfono decidimos que no
compraríamos uno nuevo, que se fuera con
uno viejo que hay por casa. Es uno antiguo, no es smartphone, ni tiene whatsapp,
ni internet, pero vale para estar localizable y poder hacer llamadas. O sea
para lo que toda la vida ha servido un teléfono.
Después de que ya se lo habíamos dicho a ella, mi mujer comenzó
a apiadarse y le ofreció que se llevara prestado su móvil, y ella –mi mujer-
funcionaría durante el verano con el viejo. A mi hija le pareció de perlas
Es decir que mi mujer tuvo aquel primer pronto inicial en el
que se enfadó muchísimo –y se pasó de rosca- pero luego no tuvo aguante para
mantener el castigo. Ni en un primer momento ni después supo controlar sus
sentimientos y en ambos casos se dejó llevar por ellos. Esto no es una enmienda
a la totalidad. Mi mujer es alguien de fiar, sensato y prudente. Digamos que
muy de vez en cuando tiene algún pronto poco inteligente. Pero el otro día se
comportó siguiendo el estereotipo que Marina explicaba que había servido para
justificar la postergación de la mujer en la toma de decisiones.
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