27 julio, 2013

ESTEREOTIPO FEMENINO.



José Antonio Marina explica que el descrédito que tenían las mujeres en el tiempo del machismo –o sea toda la vida- venía de una creencia: las mujeres no saben dominar sus sentimientos. Se dejan llevar por ellos y no se controlan

Mi mujer es muy sensata, yo me fío de ella en casi todo, por no decir en todo y sin embargo a finales de junio, hace unas semanas, respondió a ese retrato de la mujer que hacían los machistas.

¿Por qué? Lo explico.

Mi hija, tres días antes de su viaje a Londres, perdió su móvil. Una pérdida económica significativa: doscientos euros. El enfado era mayúsculo porque esta pérdida se sumaba a otras anteriores como ya expliqué aquí.
Mi mujer, en un ataque de ira, echó a mi hija de casa (yo no estaba en ese momento) y luego, cuando yo llegué, dijo cosas fuera de toda medida. Disparates, cosas que no se deben decir a nadie y menos a una hija. Lo que le dijo a ella no lo oí, me temo que no sería menor que lo que yo escuché.
Yo también estaba enfadadísimo y dispuesto a castigarla sin comprar móvil nuevo e incluso sin un viaje a Londres. Se perdía dinero- ya tiene el billete-, pero se ahorraba todo el que inevitablemente se va a gastar de más en Londres.
 
Al día siguiente mi mujer -mucho más tranquila- y yo decidimos que haría el viaje. Yo era partidario de anularlo pero mi mujer presentó un argumento incontestable. Mi hija se va con una amiga. Prohibirle el viaje es romper un compromiso que hemos adquirido en la práctica con la otra niña. ¿Cómo nos hubiera parecido a nosotros que la amiga fallara en el último momento, aunque fuera una decisión de sus padres? 

Con respecto al problema del teléfono decidimos que no compraríamos uno nuevo, que se fuera  con uno viejo que hay por casa. Es uno antiguo, no es smartphone, ni tiene whatsapp, ni internet, pero vale para estar localizable y poder hacer llamadas. O sea para lo que toda la vida ha servido un teléfono.

Después de que ya se lo habíamos dicho a ella, mi mujer comenzó a apiadarse y le ofreció que se llevara prestado su móvil, y ella –mi mujer- funcionaría durante el verano con el viejo. A mi hija le pareció de perlas

Es decir que mi mujer tuvo aquel primer pronto inicial en el que se enfadó muchísimo –y se pasó de rosca- pero luego no tuvo aguante para mantener el castigo. Ni en un primer momento ni después supo controlar sus sentimientos y en ambos casos se dejó llevar por ellos. Esto no es una enmienda a la totalidad. Mi mujer es alguien de fiar, sensato y prudente. Digamos que muy de vez en cuando tiene algún pronto poco inteligente. Pero el otro día se comportó siguiendo el estereotipo que Marina explicaba que había servido para justificar la postergación de la mujer en la toma de decisiones.

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